Deprimirte es fatal para tu corazón
Tener el corazón roto no es solo una metáfora. La depresión tiene consecuencias reales en tu salud cardiovascular. (más…)
Tener el corazón roto no es solo una metáfora. La depresión tiene consecuencias reales en tu salud cardiovascular. (más…)
Una de cada tres personas muere de una enfermedad cardiovascular, y la ciencia médica llevaba 50 años equivocada sobre las causas.
La ciencia médica se corrige a sí misma, con mayor o menor rapidez. A la iglesia le costó 350 años reconocer que la tierra no era el centro del universo. Sin embargo, en solo 50 años, la comunidad médica empieza a aceptar que la grasa no es la principal causa, ni de los ataques al corazón, ni de ese flotador alrededor de tu cintura.
Según la propia portavoz de la American Heart Association “ya no creemos que las dietas bajas en grasa sean la respuesta”. En septiembre de este año se publica un estudio en el National Institutes of Health en EEUU, en el que se divide a 148 personas sanas en dos grupos. Un grupo sigue una dieta baja en grasas. El otro, una dieta baja en carbohidratos y alta en grasa y proteína.
Pasa un año, y contrariamente a lo que la mayoría de los médicos podrían esperar, estos son los resultados:
La importancia de este estudio es monumental. Se está desmontando pieza a pieza la hipótesis lipídica, una teoría que la ciencia médica asumía sin reservas como verdadera, y que es la causa de que exista comida baja en grasa en el supermercado, y en última instancia, de que la gente esté más gorda y más enferma.
ACTUALIZACIÓN: en 2015 varios doctores de la universidad de Harvard instan a retirar las recomendaciones para limitar el consumo de grasa: The 2015 US Dietary Guidelines: Lifting the Ban on Total Dietary Fat, en el Journal of the American Medical Association.
La hipótesis lipídica nació en los años 70, cuando los casos de infartos cardíacos estaban multiplicándose en EEUU. Aunque es más compleja, se puede resumir en la frase siguiente:
“Hacer que baje el colesterol en sangre reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares”.
Cuando se habla de enfermedad cardiovascular se piensa siempre en la aterosclerosis. Consiste en la formación de placas en las paredes de las arterias. Si las placas son grandes, los vasos sanguíneos terminan por obstruirse. Si se corta el riego sanguíneo a un tejido durante más de cinco minutos, el tejido muere. Es al final lo que le ocurre al corazón durante un infarto: parte del músculo cardíaco muere por falta de riego.
Pero ¿por qué se forman placas en las arterias? Aunque no se comprende totalmente, se sabe que hay una acumulación en las paredes de los vasos de lipoproteínas de baja densidad (LDL), que transportan colesterol. Estas moléculas se oxidan, y son atacadas por los glóbulos blancos. Si no llegan a tiempo las lipoproteínas de alta densidad (HDL) a limpiar el estropicio llevándose la grasa, se forma una placa de glóbulos blancos muertos, colesterol y cristales de calcio. Esta acumulación es la que obstruye la arteria.
Es decir, el problema surge cuando hay altos niveles de colesterol en forma de LDL, y bajos niveles de colesterol en forma de HDL. El colesterol no es malo por sí mismo, es una molécula esencial para el funcionamiento de tu organismo.
¿Cuál fue la respuesta en los años 70? Pues si el problema es el colesterol, la solución es hacer que baje el colesterol en sangre. Para conseguir esto, hay que comer menos comida con colesterol (grasas saturadas) y así habrá menos colesterol en sangre.
Como dijo Mencken, «Para cada problema complejo, existe una solución que es simple, elegante y equivocada». La hipótesis lipídica es todo eso.
El principal artífice de la hipótesis lipídica es el investigador de Minnesota Ancel Keys, autor del llamado “estudio de los siete países” un estudio con cohortes (grupos) a lo largo de 15 años en EEUU, Grecia, Finlandia, Italia, Holanda, la entonces Yugoslavia y Japón.
Este estudio está lleno de trampas: desde seleccionar los países donde los datos salían favorables a la teoría, y descartar los que no, hasta ignorar otros factores de riesgo, como el consumo de azúcar, tabaco o alcohol. Durante los cuarenta años siguientes, surgieron tantos estudios a favor como en contra, pero los que apoyaban la hipótesis lipídica se citaban seis veces más.
La hipótesis lipídica también justifica la existencia de las estatinas, los medicamentos más vendidos del mundo, y que son las famosas pastillas para hacer descender el colesterol.
Estas conclusiones se convirtieron casi en un dogma, y cuando un paciente acudía a la consulta con el colesterol LDL alto, y por tanto con riesgo de padecer aterosclerosis, la receta era siempre la misma: nada de embutido, ni huevos, ni mantequilla, ni leche entera, ni queso, ni carne roja, y tome esta dosis diaria de estatinas durante el resto de su vida.
La hipótesis lipídica hace aguas por todos lados:
¿Quieres cuidar de tu corazón y adelgazar? Deja los cereales de desayuno. Come huevos con bacon.
Si la grasa no es culpable, ¿qué tenemos que hacer para reducir el riesgo de morir de un ataque al corazón? Muchos de los consejos habituales siguen siendo válidos, y hay otros nuevos:
Afortunadamente para todos, las creencias en medicina son sustituidas por los hechos probados. Un ejemplo es el tratamiento de la úlcera de estómago. Hasta los años 80, los médicos creían que las úlceras eran producidas por el estrés y la comida picante, y recetaban antiácidos para su tratamiento. En 1982, dos investigadores australianos, Warren y Marshall, descubrieron que la causa de las úlceras era una infección por una bacteria llamada Helicobacter Pylori.
Su estudio fue muy criticado, los médicos de la época se agarraban a su historia del estrés, las enchiladas y los antiácidos. Harto de tanta ceguera, Marshall se bebió una placa petri llena de bacterias H. Pylori, y al cabo de los días desarrolló una gastritis, el principio de la úlcera. Tomó antibióticos, y los síntomas desaparecieron en dos semanas. Hoy en día, la úlcera gástrica se trata con antibióticos.
Foto: Butter, de Shutterstock, no reutilizar
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