Crees que eso que estás comiendo es yogur, pero en realidad no lo es. Aprende a amar y distinguir el verdadero yogur.

En algún momento de la historia de la humanidad, la leche se estropeó, y resultó que ese líquido denso que había salido estaba bueno. Hay cuatro cosas que debes saber del yogur.

Deliciosas bacterias

El yogur es leche fermentada por bacterias, nada más y nada menos. Las bacterias del yogur están vivas, lo cual puedes comprobar porque si añades yogur a la leche, terminarás haciendo más yogur.

Estas bacterias son probióticos, y te sirven para repoblar tu flora intestinal, esa colonia de miles de millones de bacterias con las que convives y sin las cuales no podrías hacer la digestión, ni en general, mantenerte con vida.

Siempre entero

Los yogures desnatados se fabrican con leche desnatada, y a pesar de ser los más consumidos, son un desastre. El motivo es que al quitar la grasa al yogur, sabe horrible. La única forma de conseguir que la gente se lo coma es añadirle grandes cantidades de azúcar o edulcorantes.

La grasa del yogur es saturada un 70%, de ahí que se intente evitar. Pero si lees este blog, ya sabes que la grasa saturada no perjudica al corazón ni afecta a tu colesterol. Al contrario, es el azúcar el verdadero culpable. De hecho, el yogur puede tener un efecto protector, previniendo la obesidad y las enfermedades cardiovasculares.

Menos lactosa

Las bacterias que fermentan el yogur convierten la lactosa, el azúcar natural de la leche, en ácido láctico. Por eso el yogur tiene un contenido en lactosa menor que la leche, aunque la cantidad exacta puede variar. La buena noticia para las personas con cierta intolerancia a la lactosa es que los fermentos del yogur ayudan a la digestión de la lactosa en el intestino.

Si no pone yogur, no es yogur

Los yogures que no necesitan nevera, no son verdadero yogur. Tampoco lo son los llamados “postres lácteos” que se venden en un envase idéntico al del yogur, pero no pueden poner yogur en la etiqueta por ley. En realidad es leche con espesantes, a la que se añaden además sabores, mermeladas y, en cualquier caso, azúcar, mucha azúcar.

Estos productos no tienen nada de lo bueno del yogur. Como nunca han fermentado, conservan toda la lactosa de la leche, lo que afecta a las personas con intolerancia. Por el mismo motivo, no tienen bacterias ni sirven para repoblar tu flora intestinal, ni ayudan a la digestión. Evítalos como la peste.

Recuerda: tu yogur, entero y verdadero.

Foto: blueberry yogurt, de Shutterstock, no reutilizar