Varios estudios comprueban que esa canción de Shakira que suena en tus auriculares puede ayudarte a quemar grasa.

De Aretha Franklin a Daft Punk, de Metallica a Vivaldi, todos sabemos que la música nos ayuda a entrenar, tanto es así que en el marathon de Nueva York de 2007 se prohibió que los corredores usaran auriculares, por considerar que la música rítmica les daba ventaja.

El doctor Levitin de la Universidad McGill en Montreal ha comprobado que la música afecta a varios procesos químicos en el cerebro, como la producción de endorfinas, opioides segregados por el cerebro que aumentan la resistencia al dolor y rebajan el estrés. Menos dolor, más capacidad para continuar con el esfuerzo. 

Otro estudio publicado en Sports Medicine ha encontrado que la música rítmica aumenta la adherencia a un programa de ejercicio. Al estudiar un grupo de ciclistas en Liverpool se pudo ver que su rendimiento aumentaba con música rítmica comparado con el su propio rendimiento sin música.

Pero no solo se trata de seguir el ritmo. Según el doctor Priest de la universidad de Brunel, la música nos ayuda a ponernos en forma en varios aspectos:

  • Disociación: la música ayuda a focalizar la atención, evitando que sensaciones como la fatiga nos distraigan del esfuerzo
  • Regulación de la excitación: la música puede ayudar tanto a calmar los nervios (por ejemplo antes de una prueba deportiva) como a ponerse a tono, estimulando el estado de ánimo.
  • Sincronización: la música rítmica ayuda a mantener el paso en los ejercicios repetitivos, y una cadencia más rápida puede aumentar el rendimiento.
  • Adquisición de habilidades motoras: de niños, las canciones nos ayudan a aprender a saltar a la comba, de adultos la música puede mejorar el aprendizaje de movimientos en cualquier deporte
  • Estado de flujo: la música ayuda a alcanzar el estado de flujo, en el que se alcanza la concentración total en la tarea que se está haciendo, en este caso, el deporte.

Cuidado, es importante que sea buena música. Un estudio japonés comprobó que si la música es mala, los niveles de testosterona bajan, afectando al rendimiento en los hombres. En las mujeres, sin embargo, la testosterona aumentaba con la música estresante.

Señoras, pónganse su grupo más odiado a todo volumen (con auriculares, por favor) y diríjanse a la sala de pesas.

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