Si no duermes bien engordarás, y puede que tu almohada tenga la culpa. Asegúrate de elegir la almohada correcta para ti.

Hay ciertas cosas en las que merece la pena invertir un poco más de dinero. Por ejemplo, papel higiénico suave. Mantequilla y aceite de oliva de buena calidad. Zapatillas de calidad para correr. El supuesto ahorro no compensa el malestar que te pueden llegar causar las opciones más baratas.

La almohada es una de estas cosas, y mucho más importante de lo que parece. Con una almohada inadecuada dormirás menos tiempo y peor, y ya sabes que no dormir engorda. En muchos casos podrás tener dolores de cuello, espalda, ronquidos o dolores de cabeza.

Las almohadas también caducan. Pasados un par de años han perdido su elasticidad y por tanto no soportan tu cabeza igual de bien que el primer día. Por si fuera poco, con los años acumulan polvo, ácaros y hongos, tanto es así que una almohada vieja puede llegar a pesar el doble que la misma almohada nueva.

Cuando compres una almohada no mires tanto el precio, sino cómo te encuentras. Es imprescindible probarla. Hay almohadas muy caras de materiales exóticos que pueden ser inútiles para ti. Sin embargo, las almohadas baratas pierden sus propiedades muy rápido. La almohada ideal depende siempre de tu postura al dormir:


posicion almohada

Si duermes boca arriba

Necesitas una almohada firme o media, de altura media que te ofrezca sujeción para el cuello. Las almohadas de plumas se adaptan a la forma de tu cabeza, igual que las viscoelásticas. Las almohadas cervicales, con una curva para el cuello, también son una buena idea.

Si duermes de lado

Necesitas una almohada firme y alta, para rellenar el hueco entre tus hombros y la cabeza, y mantener tu cuello recto. Busca fibra sintética firme o látex.

Si duermes boca abajo

Hay quien duerme con una almohada blanda y delgada, o incluso sin almohada. Si usas almohada, también puedes ponerla bajo tu estómago para mantener la espalda recta.

Foto: girl sleeping, de Shutterstock, no reutilizar