Matarte de hambre antes de las grandes comilonas no es una buena idea

Todos los años por estas fechas se repite la misma rutina: de comilona en comilona. Y todos los años, al ver que se avecinan cuatro platos y postre, hay quien piensa «mejor como poco o ayuno durante el resto del día, y así podré con la cena». Esto es un tremendo error.

Por sin la cena de Nochebuena o la comida de Navidad no fueran suficiente, un día tras otro hay una comida de empresa, una reunión de amigos de la universidad o un reencuentro con familiares lejanos. Se calcula que una persona media puede comer entre 600 y 1.000 Calorías de más cada día señalado en la temporada de Navidad. Si un kilo de grasa en tu cintura equivale a 7.000 Calorías extra, puedes hacer las cuentas fácilmente.

La solución es moderarse y disfrutar de los manjares de Navidad (es inevitable) en cantidades más pequeñas.

Sin embargo, pasar hambre antes de una de estas comilonas hace este propósito mucho más difícil. Cuando por fin te sientes a la mesa estarás con ganas de comerte una vaca, y seguramente te acercarás a esa meta.

Es mucho más sensato comer con normalidad el resto del día, y asegurarte de que comes comida limpia, evitando el azúcar y los hidratos blancos. Come carne, pescado, verduras, huevos, ensaladas, y no te saltes ninguna comida.

De este modo, cuando llegues a la comida de celebración te será más sencillo decir que no a la segunda ronda de patatas fritas o al tercer trozo de mazapán.

Foto: People celebrating de Shutterstock, no reutilizar