Con el frío y el estrés eres víctima del primer catarro del año. ¿Tienes que seguir haciendo deporte?

La respuesta no es simple. ¿Tienes la gripe? ¿Se trata de un catarro? ¿Y si tienes un dolor de cabeza? Entrenar puede ayudarte o ponerte peor según el caso.

Una cosa es cierta: el ejercicio habitual refuerza tu sistema inmunitario. Las personas que están en forma se ponen enfermas menos veces. Sin embargo, los grandes esfuerzos prolongados, como correr largas distancias, aumentan el cortisol y por tanto debilitan las defensas y pueden favorecer las enfermedades. Muchos corredores de maraton se ponen enfermos en los días siguientes a la carrera.

Si no tienes fiebre, pero te sientes enfermo, evita hacer esfuerzos prolongados o sesiones intensas de entrenamiento de fuerza, porque solo agravarán la situación. Sin embargo, se ha podido comprobar que el ejercicio moderado puede ayudar a la recuperación. El catarro seguirá durando una semana, pero tú te encontrarás algo mejor. El mayor consumo de oxígeno también ayuda a despejar las vías respiratorias.

La excepción es la fiebre, que es el síntoma de la gripe, una infección vírica. La fiebre es una señal de que tu cuerpo está matando a los virus culpables, y el ejercicio hará más lenta tu recuperación. Además, no quieres contagiar a nadie en el gimnasio, ni tampoco en la oficina. Si tienes gripe y fiebre, tómate un descanso durante unos días y recupérate. Los demás te lo agradecerán.

Por cierto, los antibióticos no curan la gripe. Los antibióticos están pensados para matar bacterias, y tu problema lo causa un virus. Nunca tomes antibióticos por tu cuenta.