Te comes una patata frita y ya no puedes parar. Hay comida que hackea tu apetito. Cuidado.

Estás hasta arriba de lasaña, pero aún te queda hueco para el postre. Abres un bote de cacahuetes con miel, todo se pone borroso y cuando te das cuenta te lo has terminado. Te bebes una lata de cocacola y aún tienes más sed.

Aquí hay algo que no funciona.

La comida que es dulce y salada a la vez anula el control de tu apetito. A causa de un fenómeno llamado saciedad sensorial específica, nuestro cerebro tiene circuitos diferentes para controlar el apetito de las cosas saladas, dulces, amargas o ácidas. Esto quiere decir que cuando nos sentimos llenos después de haber comido alimentos salados, el cerebro todavía no se ha saciado de dulce. Por eso nos cansamos de comer una sola cosa, y sin embargo nos pasamos de la raya en un bufet libre. Por eso nos entra el postre después de una comilona.

El apetito lo regulan dos hormonas: la leptina, que nos indica que estamos llenos, y la ghrelina, que nos avisa de que tenemos hambre. La leptina tarda en actuar, y la sensación de estar llenos nos llega unos 20 minutos tarde. Por eso es tan importante comer despacio. Pero además, la comidas saladas y dulces inhiben la leptina y retrardan aún más la sensación de saciedad.

Cuanto más sabrosa es la comida, más tarde llegan las señales de que hemos tenido bastante. Si añadimos grasa, que potencia los sabores, las combinación de azúcar y sal es una trampa mortífera. Sigues comiendo sin darte cuenta de que estás lleno. Mira estos ejemplos y aléjate de ellos como de la peste:

  • Ketchup: Piensas que el ketchup es salado, pero en un bote hay tres sobres de azúcar. Como contiene vinagre y bastante sal, no lo notas.
  • Cacahuetes con miel: grasa, dulce y salado a la vez, no puedes parar.
  • Salsas: la mayor parte de las salsas industriales contienen azúcar, sal y grasas trans.
  • Refrescos: La cocacola es dulce, con tres sobres de azúcar por lata, pero también contiene sal. El ácido hace que no se note tanto, y que no puedas parar de beber.
  • Patatas fritas, palomitas y aperitivos en bolsa: no suelen tener azúcar, pero el almidón junto con la grasa y la sal produce el mismo efecto.
  • Los cereales de desayuno: crees que son dulces, pero mira el contenido en sal

No caigas en la trampa

La mezcla de dulce y salado es el secreto de la buena cocina. Por eso tu madre pone azúcar a la salsa de tomate, o miel a la salsa del cordero. Pero cuando se trata de aperitivos o golosinas pueden acabar con tu cintura y tus buenos propósitos para la operación Transformer. ¿Qué hacer? No caigas en la trampa:

  1. Come comida. La comida “limpia” te deja más satisfecho con menos calorías. Si tienes hambre come primero verduras, carnes y pescados sin grasa. Cuanto menos preparada, mejor.
  2. No hagas la compra con hambre. Comprarás muchas porquerías.
  3. No compres aperitivos en bolsa. Si no los compras, no hay tanto riesgo de que te los comas.
  4. Evita los platos preparados. Contienen enormes cantidades de grasa, azúcar y sal. Mira la etiqueta.
  5. Come despacio. Deja que la leptina haga su trabajo.
  6. No hagas otras cosas mientras comes. Saborea cada bocado y concéntrate. Si estás distraído es más fácil atiborrarte sin darte cuenta.
  7. Si comes frutos secos, que sean crudos. Ni salados, ni fritos, y sobre todo, sin miel.