Somos mamíferos, flatulentos por definición. La situación puede empeorar con la dieta. Aprende a controlarlo.

Casos reales. “Me apunté al gimnasio, empecé a tomar batidos de proteínas de chocolate. Todo iba bien, pero los gases, te lo juro, podrían matar las palomas de la plaza”. O también “Cambié mi dieta, dejé el azúcar y empecé a comer más legumbres. Pero tengo tantos gases que creo que voy a echar a volar”.

Los gases se forman en el intestino a partir de la comida que no podemos digerir. Por ejemplo, si tomamos mucha proteína, nuestro intestino a veces no puede absorberla toda, así que la flora intestinal, esa colonia de millones de bacterias que todos llevamos dentro, se da un festín con la que sobra. Lo mismo ocurre con las personas intolerantes a la lactosa. Su organismo no tiene lactasa, la enzima necesaria para digerir la lactosa, y en su lugar las bacterias se ocupan de ella.

Necesitamos a las bacterias para que hagan esa digestión en nuestro lugar. Lo malo son los subproductos. En la digestión bacteriana se produce sobre todo nitrógeno, pero también otros gases que le dan a las flatulencias su aroma característico como el metanotiol o el ácido sulfhídrico, que huele a huevos podridos.

En otras ocasiones los culpables de los gases son alimentos que ninguno de nosotros somos capaces de digerir, como los oligosacáridos. Estas cadenas largas de azúcares no se rompen durante la digestión, y también pasan a ser la merienda de nuestras bacterias.

¿Qué alimentos contienen oligosacáridos? Los sospechosos habituales. Judías, lentejas, cebollas, nabos, puerros, pan, coliflor, col, etc. Es decir, con una dieta variada, los gases no se pueden evitar. Los problemas llegan cuando los gases son muy abundantes y llegan a afectar a nuestra vida social y relacciones de pareja. Que no cunda el pánico. Siempre hay cosas que puedes hacer para mejorar la situación:

  • Enjuaga bien las legumbres. Si las haces en casa, déjalas en remojo, lávalas varias veces y cuécelas muy lentamente. Si las compras ya cocidas en un tarro (una forma estupenda de comer lentejas y judías) asegúrate de tirar el agua del envase. Eiliminarás una buena parte de los oligosacáridos disueltos.
  • Algunas especias como el comino, el cilantro, la cúrcuma o el alga kombu pueden reducir la flatulencia.
  • Los alimentos fermentados siempre producen menos gases que su equivalente fresco. O sea, el chucrut (Sauerkraut, col fermentada) es más seguro que la col, y el miso más que el tofu.
  • Los probióticos, es decir, bacterias vivas como las que contiene el yogurt o el kéfir equilibran la flora, reducen la fermentación en el intestino y por tanto los gases. Ojo, no confundir con los prebióticos, que son oligosacáridos, y por tanto alimento para las bacterias que producirán más gases.
  • Medicamentos. Cuando la cosa se ponga fea, ve al médico. Hay medicamentos y suplementos alimenticios que contienen enzimas, como la alfa-galactosidasa, que ayudan a la digestión de los oligosacáridos y allivian el problema.
  • Échale imaginación. En 2002 se registró la patente para la ropa interior abosrbente de olores. Una especie de compresa de carbón activado se encarga de que los olores no provoquen víctimas. Los ruidos seguirán siendo un problema.

 

 

 

 

Foto: stevendepolo