Millones de años de evolución nos han proporcionado una maravilla de la naturaleza: el cerebro de un mono hiperactivo. No dejes que se te ablande.

Estamos programados para absorber información como una esponja, permanecer atentos al más mínimo cambio en nuestro entono, y aprender de los cambios. Una habilidad muy útil cuando una rama que se rompe o un cambio en el viento puede anunciar al depredador a tu espalda. Mono que medita, leopardo que se lo come.

Las neuronas que se disparan juntas, se conectan. Cuando recibimos estímulos, creamos una respuesta de forma automática. Pero esto es un problema cuando los estímulos son demasiados, y nos ponen en un modo de alerta constante. Piensa en lo que ocurre en un aeropuerto o en la oficina. Teléfonos que suenan, anuncios por megafonía, carteles en las paredes, anuncios pantallas gigantes, y gente, mucha gente.

Esta sobrecarga es como la comida basura. Nos da la impresión de estar siempre ejercitando la mente, pero en realidad perdemos capacidades. Menos memoria, menos creatividad, una nebulosa en lugar de ideas claras y esa palabra que tienes en la punta de la lengua y no termina de salir. El cerebro se mejora igual que el resto del cuerpo: dieta y ejercicio.

Meditación, la dieta del cerebro

Meditar no es tanto ponerse en la posición del loto y prender incienso, sino más bien darle un descanso al cerebro, limitando en todo lo posible los estímulos externos. Si has subido a una cumbre y te has quedado oteando el paisaje, o has pasado un rato mirando las olas del mar, o las estrellas, estabas meditando. Seguramente habrás encontrado la solución a muchos problemas en esos momentos.

Cuando meditas, te vuelves más listo, piensas mejor, aprendes más, recuerdas más. Las palabras que repites en ese estado cambian tu mente. Es un método que también emplean muchas religiones, aunque lo llaman de otro modo.

Para meditar no te hace falta el mar ni la montaña, puedes hacerlo en cualquier parte. Solo con cerrar los ojos y respirar hondo estamos bloqueando una buena parte del ruido del mundo. Cambia 20 minutos de televisión por 20 minutos de meditación y notarás la diferencia.

Ejercicios para las neuronas

Ahora que tienes el cerebro a dieta, ponlo a hacer ejercicio.

  • Memoriza algo cada día: Da igual si se trata de un número de teléfono, una cita famosa o la letra de una canción. La memoria es como un músculo, se puede entrenar y mejorar a cualquier edad.
  • Lee: Con 30 minutos de lectura al día se puede acabar un libro a la semana. No leas solamente novelas. Los libros de ensayo te permitirán aprender cómo funciona el mundo.
  • Decide rápidamente: Tomar decisiones es una de las tareas más duras a las que nos enfrentamos, en unos pocos segundos procesamos mucha información y realizamos innumerables cálculos. No te quedes parado. Identifica a qué te enfrentas y decide en minutos. Con el tiempo tomar decisiones te producirá menos estrés y lo harás más rápido.
  • Muévete: Desde hace algunos años se sabe que nuestro cerebro procesa los pensamientos lógicos, participan las neuronas que mueven los músculos. A la inversa también funciona, y varios estudios demuestran que hacer deporte mejora la capacidad para las matemáticas. Lo mismo ocurre cuando se aprende a tocar un instrumento musical o a bailar, actividades físicas y mentales a la vez.
  • Haz amigos: Las relaciones positivas mejoran nuestro cerebro. La empatía con otras personas mejoran nuestra capacidad de solucionar problemas y nuestra memoria. Ojo, las malas relaciones tienen el efecto contrario.

¿Funcionan los juegos?

Si se trata de memorizar una página de la guía telefónica o 100 dígitos de pi, podemos aprender a hacerlo. Lo que no está demostrado es que eso nos haga más inteligentes en otros aspectos. Es decir, ser bueno con el sudoku sirve, sobre todo, para hacer más sudokus.

Lo mismo se puede decir los juegos de entrenamiento mental como los que popularizó Nintendo para su consola DS. Los estudios realizados por la Universidad de Rennes descubrieron que los sujetos que usaban la consola no tenían mejor memoria, pero sí mejoraban su capacidad matemática, aunque lo mismo que si hicieran los ejercicios con lápiz y papel.

Por cierto, la idea de que usamos solo el diez por ciento del cerebro es una completa tontería. Usamos la totalidad del cerebro, todos los días. Con resonancia magnética se ha podido comprobar que hasta las tareas más sencillas encienden las neuronas en todas las zonas del cerebro. No hay pastillas mágicas, solo trata de hacer las conexiones adecuadas.

Foto: TZA

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