Quieres perder peso, pero juras que el chocolate te lo arrancarán de tus frías manos cuando hayas muerto. Que no cunda el pánico, con un poco de autocontrol, también se puede disfrutar del chocolate.

El cacao de los aztecas era una bebida  amarga y picante, mezclada con especias y utilizada de modo ritual. Dice la leyenda que avispados religiosos españoles lo mezclaron con azúcar y canela para convertirlo en una golosina. Glorificado, banalizado y travestido, sigue siendo hasta hoy ese oscuro objeto de deseo.

¿Engorda el chocolate? La respuesta sencilla es sí, y mucho. El chocolate es una de las formas más deliciosas de comer grasa. Una tableta de 100g contiene hasta 35g de grasa, por no hablar de los más de 45g de azúcar. Es decir, el equivalente a siete cucharadas de aceite y seis sobres de azúcar, por un valor total de más de 500 calorías. Si te zampas eso habitualmente antes de dormir, te espera la lorza.

Sin embargo, el chocolate también tiene su parte beneficiosa. Sus grasas son saludables en tres cuartas partes. Contiene flavonoides, fibra, ocho veces más antioxidantes que las fresas, y en pequeñas cantidades ayuda a bajar el colesterol y la presión arterial.

Sí, he dicho en pequeñas cantidades. En exceso, los beneficios no te servirán de nada.

Se habla mucho de la adicción al chocolate, como si fuera una droga, pero no es más que un mito. La adicción real es al azúcar, que provoca la secrección de serotonina, ese neurotransmisor que nos hace felices. El efecto es mucho más pronunciado cuando los niveles de serotonina están bajos, como en las personas deprimidas o en las mujeres con cambios hormonales relacionados con la menstruación. La grasa en grandes cantidades también libera opioides en el cerebro. Azúcar y grasa, una combinación devastadora que en el caso del chocolate, está muy buena.

La adicción al chocolate es psicológica. Hay que combatirla en la mente, y con la cabeza.

  • Olvídate de las excusas: el chocolate no es una droga, si crees que dependes del chocolate puede ser porque sufres una ligera depresión, tienes baja autoestima, un desajuste hormonal, o todo ello junto.
  • No lo compres: la mejor forma de caer en la tentación es tener chocolate en casa. Sácalo de tu lista de la compra. Asegúrate de tener comida sana disponible (una pieza de fruta) para los momentos de debilidad.
  • No te prives del todo:  pero siempre con control. Si te lo prohibes radicalmente lo pasarás mal, así que es mejor que planifiques pequeños deslices y tengas claro cuándo y cómo lo vas a comer.
  • Conviértelo en un ritual: imita a los aztecas, pero sin sacrificios humanos. Por ejemplo, un día a la semana, compra una tableta pequeña de un chocolate muy caro. Disfrútalo, pero no compres más del que vayas a comer. El resto de la semana, consuélate pensando en el próximo homenaje.
  • Pásate al negro sin azúcar: el chocolate con leche suele contener más azúcar (mal), y los chocolates rellenos, más grasa y más azúcar (peor). La opción menos peligrosa es el chocolate oscuro con edulcorantes.

Un pequeño secreto: el cacao amargo en polvo desgrasado.

cacao en polvo

Esta maravilla en bote es el alma del chocolate, sin los añadidos incómodos de la grasa y el azúcar. Prueba este chocolate caliente :

  • Un vaso de leche desnatada caliente
  • Dos cucharadas de cacao en polvo desgrasado
  • Edulcorante al gusto

En ese vaso tendrás solo dos gramos de grasa, y apenas 14 gramos de hidratos de carbono y 10 gramos de proteína. Todo un regalo de 120 calorías en total, y bastante equilibrado.

Foto: net_efekt